El ascenso de Killstore: el sueño emprendedor de Luis Urzúa
A los 20 años, Luis Urzúa decidió fundar Killstore, una tienda tecnológica que, en tan solo 13 años, alcanzó cifras impresionantes: 120 empleados y más de 20 millones de dólares en ventas. Con una sólida estrategia de distribución y alianzas con marcas exclusivas, la empresa creció rápidamente, consolidándose como una referencia en el mercado nacional.
Sin embargo, el vertiginoso crecimiento trajo consigo desafíos estructurales y financieros que, con el tiempo, se volverían insostenibles.
¿Por qué cerró Killstore? Las causas que llevaron a su fin
El cierre de Killstore marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Luis Urzúa. La entrega de la última oficina no fue solo un trámite: representó el fin de un ciclo lleno de logros, caídas y aprendizajes.
Según el propio Luis Urzúa, la expansión acelerada sin una base sólida en los procesos internos fue uno de los factores clave que provocaron la caída. También reconoció que no se logró mantener un equilibrio entre los costos operativos y las ventas, lo que generó una estructura insostenible. Manejar una pequeña empresa no es lo mismo que liderar una compañía con más de cien trabajadores, y esa transición fue más difícil de lo esperado.
El lado humano de la quiebra: emociones, frustración y aprendizaje
Más allá de lo económico, Luis Urzúa compartió cómo vivió el impacto emocional de la quiebra. Confesó haber enfrentado sentimientos de insuficiencia y el síndrome del impostor, emociones que afectaron su autoestima como emprendedor.
Aun así, dejó en claro que el verdadero fracaso es no aprender. A través de esta experiencia, descubrió el valor de aceptar los errores, reflexionar sobre ellos y convertir el dolor en crecimiento personal y profesional.
Luis Urzúa no se rinde: resiliencia y futuro emprendedor
Pese al cierre de Killstore, Luis Urzúa no ha perdido la motivación. Hoy ve su experiencia como un activo invaluable y planea volver al mundo del emprendimiento, pero esta vez con más sabiduría, cautela y visión a largo plazo.
Su mensaje final es claro y esperanzador: no hay fracaso definitivo si se aprende y se sigue adelante. La clave está en la resiliencia y en mantener una actitud positiva incluso en los momentos más oscuros.
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