Los ataques de inyección digital con cámaras virtuales nativas han experimentado un crecimiento sin precedentes, aumentando en un 2.665% según el último informe de iProov. La proliferación de las tecnologías de identidad sintética y el intercambio de rostros (Face Swap) han convertido a los deepfakes en una de las amenazas más preocupantes para la seguridad digital.
Crecimiento explosivo de los ataques digitales
El informe de iProov sobre inteligencia de amenazas 2025 ha revelado que los ataques con cámaras virtuales nativas se han convertido en el principal vector de peligro. Este incremento se debe en parte a la infiltración de estas tecnologías en tiendas de aplicaciones convencionales, facilitando su acceso a ciberdelincuentes.
Por otro lado, el intercambio de rostros ha registrado un alarmante aumento del 300% desde 2023, ya que los atacantes buscan vulnerar los sistemas con detección de prueba de vida. La evolución de estas técnicas demuestra cómo los cibercriminales están adoptando estrategias más sofisticadas para evadir las medidas de seguridad.
El delito como servicio y la identidad sintética
El ecosistema del crimen como servicio (Crime-as-a-Service) también ha crecido exponencialmente, con más de 24.000 usuarios vendiendo tecnologías de ataque. Una de las amenazas emergentes es la conversión de imagen a video, que emplea un proceso de dos pasos para generar identidades sintéticas y eludir los sistemas de autenticación.
Según el Dr. Andrew Newell, Director Científico de iProov, «la democratización de los deepfakes está permitiendo que incluso actores sin experiencia técnica puedan ejecutar ataques sofisticados con facilidad». Esta accesibilidad a herramientas de falsificación digital representa un riesgo significativo para empresas e individuos.

Deepfakes: La sofisticación del fraude digital
El informe también destaca cómo los ataques aislados han evolucionado hacia operaciones coordinadas, con estrategias de fraude a largo plazo que incluyen el robo, compra o generación de identidades falsas. Algunos delincuentes emplean código malicioso «durmiente» que permanece inactivo hasta el momento oportuno para atacar, mientras que otros replican ataques a gran velocidad en sectores clave, como el teletrabajo y las comunicaciones corporativas.
Se estima que existen más de 115.000 combinaciones de ataque posibles, y una simulación realizada por iProov demostró cómo la combinación de tres de las técnicas más avanzadas podría desencadenar un daño generalizado en las plataformas digitales.
El desafío para la seguridad digital
«Las medidas de seguridad tradicionales están quedando obsoletas ante la velocidad con la que evolucionan estas amenazas», explica Newell. «Nos enfrentamos a un futuro donde la autenticidad digital será casi imposible de verificar a simple vista, afectando tanto a instituciones como a individuos».
El estudio de iProov también reveló que solo el 0,1% de los participantes logró diferenciar de manera confiable entre contenido real y manipulado, lo que expone las limitaciones de las actuales defensas digitales. «Depender de sistemas estáticos y desactualizados es como dejar la puerta abierta para los estafadores», advierte Newell.
Ante este escenario, la clave para mitigar estos riesgos radica en la implementación de tecnologías de detección avanzadas, monitoreo continuo y una respuesta rápida ante nuevas tácticas de ataque.
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